13Oct
Para pensar
13/10/2022 - Natalia Colombo
¿Se viene una devaluación?
Esta pregunta es recurrente entre la mayoría de
los argentinos. ¿Pero por qué? ¿Qué probabilidades hay de que ocurra? ¿Qué
pueden hacer los inversores para cubrirse?
Siendo que la devaluación es una decisión
política que deben tomar quienes llevan adelante la conducción económica del
país, es muy difícil predecir si va a ocurrir, cuándo e incluso, cómo. ¿Será
gradual? ¿Será un salto de una sola vez? Nadie puede anticiparlo, aunque sí se
pueden tomar recaudos.
Los mercados descuentan una devaluación fuerte desde
hace rato. Pero por el momento, no fue más que un deseo.
Y vale una aclaración: en realidad, la moneda
local sí se está depreciando. Lo hace a un ritmo mucho mayor al de hace un
tiempo. El Banco Central de la República Argentina está ajustando el tipo de
cambio oficial a una tasa mensual del 6.5%, acelerando el ritmo este año, más
en las últimas semanas. Esta política de depreciación administrada se conoce
como crawling peg.
¿Por qué se habla tanto de la necesidad de una
devaluación?
Actualmente, la devaluación del peso es menor a
la tasa de inflación, lo que lleva a un atraso cambiario. Esto quiere decir que los productos argentinos
se vuelven más caros que los de otros países, perdiendo competitividad en el
comercio internacional. Las exportaciones caen al tiempo que se alientan las
importaciones. Entonces, si gastamos más de lo que vendemos, salen divisas.
Esto es perjudicial para nuestra economía que tiene un bajo nivel de reservas
internacionales. Justamente, necesitamos que entren divisas genuinas.
Para tener una idea de la competitividad a nivel internacional, podemos mirar el tipo de cambio real multilateral (TCRM). Este índice muestra el precio relativo de los bienes y servicios de nuestra economía con respecto al de los de los principales socios comerciales, en función al flujo de comercio. Valores por encima de 100 indican depreciación, mientras que por debajo de ese valor apreciación. Hoy este indicador se ubica en 88.9 puntos, mostrando el actual atraso cambiario.
Devaluar no es la solución mágica si la
inflación sigue siendo alta. Además, su efecto en la balanza comercial es
ambiguo. Por un lado, si aumenta el tipo de cambio, aumenta la competitividad y
exportamos más (mejora el saldo de la Balanza Comercial), pero también las
importaciones se hacen más caras y cae la demanda (se reduce el saldo
comercial). Es importante considerar la dependencia de la industria local de
las importaciones porque una devaluación puede provocar caída de la actividad y
recesión. La devaluación provoca beneficios en el largo plazo, si es que la
inflación se mantiene baja.
En nuestro país, la devaluación se traslada a
precios en poco tiempo, por lo que no es oportuno un salto devaluatorio en un
contexto donde la inflación será como mínimo del 90% anual.
Vale mencionar que la devaluación provoca una
erosión de los salarios reales, es decir, empobrece inmediatamente a la
población. Entendida como la pérdida de valor de la moneda, si se devaluara el
peso, los individuos pueden comprar menos bienes y servicios, lo que llevaría a
una retracción de la actividad.
Otro argumento para justificar el ajuste viene
por el lado financiero. Tenemos el dólar oficial mayorista en $ 151, el dólar
MEP en $ 290 y el CCL en $ 305. Con todas las restricciones pocos tienen la
suerte de acceder a la moneda oficial, pero lo hacen a un valor de $ 260 (tipo
de cambio del banco + impuestos); al dólar bolsa pueden acceder algunos más
(también está muy regulado).
De estos valores resulta la famosa brecha, que
es la diferencia entre el valor del dólar oficial y el bolsa, expresada en
términos porcentuales. Actualmente, la brecha supera el 90%, por lo que muchos
creen que pronto vendrá el ajuste.
Creemos que el BCRA seguirá con su programa de
depreciación controlada a un ritmo similar al de la inflación.
Los inversores pueden tomar cobertura comprando
futuros de dólar en el mercado a término. Lógicamente, los compran con una tasa
de devaluación incorporada. Por ejemplo, el contrato a diciembre cotiza
$ 189. Quedando más de 2 meses, la tasa directa es del 25% y en términos
anuales de 116%. Lo compra quien espera una devaluación mayor a ese valor. Para
poder operar se debe contar con liquidez para hacer frente a diferencias
diarias e integrar garantías. También están disponibles los bonos del Tesoro
duales y los dólar linked, que rinden tasas negativas debido a la alta demanda
por cobertura. Los más conservadores pueden suscribir cuotapartes en FCI dólar
linked.
Natalia Colombo
Asesora financiera